martes, 24 de junio de 2008

La CIENCIA cuando se vuelve apasionante

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Ganarse la vida en el oficio que a uno le gusta es un ideal que no todos alcanzan, pero muchas personas, gracias a su esfuerzo tesonero, pueden hacer de su pasión su modo de vida. Tal es el caso de Todd Martínez, hombre que se dedica a la ciencia.
Aunque inició estudios de historia y filosofía, siempre se inclinó por la química; “desde que tenía diez años me gustaba, pero sólo como le gusta a cualquier niño, mezclar sustancias y cambiarle los colores”, comenta.
Al mismo tiempo disfrutaba programar software y videojuegos; y es así como se decidió por una carrera que combina sus dos pasiones: la química teórica. “Cuando llegué a la universidad no sabía lo que quería hacer; tomé por azar un curso que me mostró lo que podía lograr con la química, las matemáticas y las computadoras”, rememora.
De modo que tras largos años de estudios, se especializó en química teórica. Al explicar de manera sencilla en qué consiste esta ciencia, dice que en vez de emplear sustancias químicas, utiliza una computadora que simula las reacciones de los químicos en la pantalla.
“Gracias a los avances de la ciencia, en el ordenador podemos diseñar moléculas que nunca se habían hecho antes”, detalla. Esto tiene aplicación en la industria de la medicina y en otros ámbitos.
Actualmente, Martínez reside en Illinois, donde es profesor universitario. Este oficio, sin embargo, es muy especial: “En las universidades más grandes de los Estados Unidos, los profesores dedican la mayor parte de su tiempo a investigar; imparten clases, pero muy pocas”. Esto quiere decir que Todd pasa gran parte del tiempo en su laboratorio, junto a un equipo de 15 personas, haciendo investigaciones. Para ello recibe financiamiento del sector industrial, el Gobierno e instituciones educativas.
Galardonado con un MacArthurEn el 2005, el químico recibió uno de los reconocimientos más importantes de la comunidad intelectual y artística de los Estados Unidos. Se trata del premio MacArthur que otorga la fundación John D. & Catherine T. MacArthur.
Este galardón lo reciben de 20 a 40 ciudadanos o residentes de los Estados Unidos, que muestren mérito excepcional en su área de trabajo. La finalidad del premio es apoyar al individuo para que continúe con el desarrollo de su potencial. Consiste en la suma de 500 mil dólares pagados cuatrimestralmente durante cinco años. En la página Web de la fundación se explica que el MacArthur no es un premio a la labor que ha hecho el científico, sino una inversión en su originalidad y capacidad.
Martínez explica que los fondos que percibe por la Fundación MacArthur los invierte en un proyecto un poco fuera de lo convencional: diseñar moléculas que se puedan controlar con la luz, lo cual ayudaría a entender más a fondo la manera en que trabaja el cerebro.

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